martes, 19 de abril de 2011

LA INFLUENCIA EUROPEA

A comienzos del siglo XIX empiezan a llegar al país los legados culturales del Viejo Mundo. De esta manera la moda de la época se define como cortesana. Durante años no se permite nada que tenga que ver con lo criollo, se dejan de lado las alpargatas, las faldas de lienzo, las mantas tejidas, las bayetas y todo lo demás que tuviese que ver con lo criollo y lo tradicional.
Las damas de clase alta se ataviaban con trajes finos, generalmente importados, sus telas y accesorios llegaban en barco desde Europa. Las telas generalmente eran bretaña, terciopelo, tafetán, preferiblemente en tonos oscuros, y los vestidos eran entallados en la cintura o de “avispa”, con falda amplia y soportada por enaguas de holán.
A veces usaban bajo la falda armazones llamados polizones, quitrines o miriñaques que acomodaban en la cintura para abultar el vestido y resaltar la forma de la silueta de moda. Algunos adornos eran con almillas, otros con encajes y otros con boleros pisados con galones. También eran comunes las mangas ajustadas y rematadas con cascadas de encaje. Algunos trajes también llevaban elementos decorativos como prendedores, perlas, canutillos, lentejuelas e incluso bordados con hilos de oro y plata.
El calzado se fabricaba en forma de botines, usualmente en cordobán, algunas veces hechos del mismo material del vestido.
El traje del hombre no era menos exigente; generalmente también era importado, en paños, linos y terciopelo. Los pantalones de corte recto con pretina y prenses. La chaqueta estilo clásico 1830, un poco entallada, con amplio vuelo en las caderas y con una pequeña cola imitando el clásico frac del siglo XVII.
El chaleco era usualmente del mismo material del pantalón, con un pequeño bolsillo que servía como relojera. La camisa era muy elegante con cuello inglés pegado a la camisa. Algunos modelos de camisa más sofisticados tenía los cuellos separados y almidonados, llamados vulgarmente “de pajarito”, con corbata de moño mariposa.
Los botines de cuero o soche se protegían normalmente con guardapolvos de bucama blanca fijados a la parte externa. No se puede definir un sombrero en particular. Aunque por un tiempo el de copa alta fue el más utilizado, dando posteriormente paso a sombreros de fieltro y paño.

CARNAVALES FERIAS Y FIESTAS

CARNAVAL DE BARRANQUILLA

El Carnaval de Barranquilla tiene su origen remoto en el Carnaval que vino a América
desde España. De ahí viene su espíritu de renovación y cambio parecido al que animó
estas fiestas en Europa.

El primer carnaval celebrado en la ciudad se pierde en la historia, hace más de un siglo,
cuando Barranquilla era una pequeña población. Sin embargo, de boca en boca, han
circulado diversas historias referentes a la manera como el pueblo barranquillero festejaba
el carnaval; su forma siempre ingenua, graciosa, festiva y ante todo, sana, han permitido
que se conserve una tradición que se remonta a hace tres siglos.

Las fiestas de carnaval, de origen europeo, fueron introducidas a América por los
españoles y portugueses. Las de Barranquilla tienen antecedentes próximos en la
celebración que se efectuaba en Cartagena de Indias, en época de la Colonia, como
fiesta de esclavos; por esas fechas aparecían por las calles los negros con instrumentos
típicos y atuendos especiales, danzando y cantando.

La tradicional novena de La Candelaria, en Cartagena de Indias, sirvió de marco
a suntuosos bailes que en el Siglo XVIII concedían un día de fiesta a los negros
bozales traídos de África. Esas fiestas constituyen fuente de las principales danzas del
CARNAVAL DE BARRANQUILLA.

PERSONAJES DEL CARNAVAL

La Marimonda en sus inicios definía al barranquillero burlón y de pocos recursos. Para incomodar a la alta sociedad de su ciudad, ese barranquillero creo un disfraz con traje hecho de parches, saco y pantalón al revés, máscara con una gran nariz fálica, orejotas y un pito escandaloso con el que ridiculizaba a los ricachones. En el presente el sentido ha cambiado: simboliza al tipo jocoso y ‘mamador de gallo’.
El Monocuco, es el disfraz del individuo que quería ocultar su identidad. El folclor local afirma que en la época en que Barranquilla era una villa, los hombres ricos atraídos por la hermosura de las mujeres de cortos recursos se idearon el disfraz de “monocuco” para poder conquistarlas sin que revelaran su identidad. El personaje se armaba de una vara para amenazar a quien quisiera aproximarse para reconocerlo. Considerado uno de los disfraces nacidos de la esencia de la celebración, el Monocuco divierte con su característico hablado afónico, su varita y el anonimato, que le servia para burlarse de todos los que se pasaran en su camino.
El Congo es uno de los disfraces más viejos del Carnaval, el vestido es propio de una danza guerrera originaria de El Congo, en África. Se conoce en Colombia a través de los cabildos de los negros africanos que se celebraban en Cartagena.
El pantalón habitual es de satín y tiene remiendos en las rodillas, que son en forma de cuadros; las botas de los pantalones terminan en arandelas de disparejos colores, por los laterales llevan cintas y lentejuelas. La camisa es manga larga, con pechera de la misma tela de la capa, las cuales se decoran con imágenes de animales hechas con lentejuelas. Usan un turbante adornado con flores falsificadas de colores muy atractivos. De la parte de atrás del turbante sale una cola larga que casi llega a los talones, adornada con cintas, lazos, encajes, etc.. En la parte delantera del turbante llevan uno o varios espejos. El hombre va con la cara pintada de blanco y círculos rojos en las mejillas. Usan gafas oscuras. En la mano derecha portan un machete de madera con el cual golpean el suelo y en la izquierda un muñeco o una vejiga de cerdo; en ocasiones, una culebra viva. Las telas usadas por los congos son brillantes y adornadas con lentejuelas, canutillos, cascabeles, etc.; el conductor de la danza, en lugar de turbante, lleva sombrero adornado con cintas de colores, lo cual lo distingue de los demás. La mujer lleva faldas con volantes (con pollerín). La blusa es escotada, también con dos o tres volantes y sin mangas. Portan flores en la cabeza, aretes y collares.
El rey momo, es el hombre que representa al carnaval en su generalidad, en Barranquilla generalmente es un hombre popular que conoce ampliamente el folclor costeño. La indumentaria es netamente de fantasía, no tiene un patrón a seguir, tan sólo tal vez que lleve capa y cetro.

REGIÓN ORINOQUÍA

Es una región geográfica de Colombia, determinada por la cuenca del rio Orinoco, y conocida como los llanos Orientales.


EL TRAJE LLANERO

MUSICA, BAILES

La música llanera, la palabra JOROPO en el contexto del llano se refiere no solo a la música y
a la danza si no también es el nombre de las reuniones donde se canta y se baila, el Joropo
es la fiesta llanera, el Joropo se percibe con claridad el ancestro español, se conserva el canto la coreografía los arabescos de la voz y el zapateo de andaluz y flamenco, los jesuitas fueron
los que trajeron esta música de su tierra a esta región, para enseñarla a los indios y mestizos ellos aprendieron a tocar los instrumentos y a cantar solfeo.

Debido a la circunstancia del ambiente, a las formas del trabajo(vacas, montar a caballo), su música sus leyendas, su vivienda, el llanero utiliza un traje fresco, liviano y sencillo. Atra vez del tiempo han existido diferentes tipos de trajes por la presencia de culturas foráneas y los avances en los tejidos, pero actualmente es como se describe anteriormente. El vestido con el que se baila el joropo (danza tradicional llanera) en la mujer una falda ancha de pisos que cae hasta el tobillo, donde se gasta 7 varas
de tela de fondo claro o rojo y La blusa de mangas tres cuartos, cuello alto, adornados con cintas y botonaduras atrás en el mismo color de la falda, enterizo ( pegado falda y blusa) cotizas de suela y lazos de cinta que adornan la cabeza. Hoy se usa la misma falda pero en el borde lleva encaje ancho y va a media pierna, blusa blanca con escote, arandela y manga corta, la mujer llanera prefiere llevar el cabello suelto con un cayeno.

El hombre en un comienzo usaba pantalón blanco remangado, a media pierna ( para cruzar el rio), camisa blanca o roja sin cuello. También pantalón negro con camisa blanca, en algunas ocasiones usaban vestidos completos color caqui, camisa suelta que bajaba por encima del pantalón,
Usaban sombrero alón prefiriendo el pelo guama por lo pesado para garantizar que en la carrera del caballo o en el zapateo no se caiga es de color negro o araguato.

REGIÓN CARIBE

Físicamente, la Región Caribe está compuesta por una llanura continental
denominada Costa Caribe y las aguas y territorios insulares colombianos en el
mar Caribe. La llanura está ubicada al norte de los Andes y termina en la Sierra
Nevada de Santa Marta para dar paso a la península de la Guajira. La región está
dominada por el delta del río Magdalena y posee un litoral no muy accidentado
desde el golfo de Urabá en dirección suroccidente - nororiente hasta el golfo de
Venezuela.


LA CUMBIA:

Uno de los aires Folklóricos mas representativos del Folklor costeño en la Cumbia, cuyo nombre parece derivar de la voz cumbé, un baile popular de Guinea en la zona de Batá en África. En sus orígenes la Cumbia es de procedencia africana, convertida con el tiempo en un baile mestizo, al ser sometida a la influencia indígena e hispánica.
Es considerada como la danza símbolo nacional porque integra, tanto en su coreografía como en su música, las etnias que conforman nuestra nacionalidad. Es una danza de cortejo amoroso, que se baila en casi toda la Costa Caribe y que actualmente hace parte de todos los desfiles del Carnaval, bailada por una multitud de parejas que pertenecen a los distintos barrios de la ciudad y reciben el nombre de cumbiambas. La coreografía tradicional de la cumbia que se bailaba y se baila aún, consiste en una rueda o ronda con bailarines que giran siempre en sentido contrario a las manecillas del reloj. Las parejas separadas, el varón de la mujer, sin tocarse nunca, elevando ella uno o dos paquetes de velas encendidas en su brazo en alto. Garbosa y sonriente mece su cadera, adornándose con su pollera larga, mientras el varón la acosa con ademanes seductores abanicándola con su sombrero.

Lo más característico del traje en la mujer, amplia pollera de tela de algodón con aditamientos de voleros en la misma tela rematados con letines, blusa de cuello alto manga larga adornados con golas de letin en el cuello, se adorna la cabeza con flores y a manera de antorcha porta un manojo de velas encendidas. El diseño más común del estampado es un estampado de cuadritos rosados sobre base blanca.

REGIÓN ANDINA

Esta comprendida por los departamentos de Antioquia, Boyacá, Caldas,
Cundinamarca, Huila, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, Santander y
Tolima.

El traje, atuendo o vestuario para los habitantes de esta región y sus tonadas es
simplemente el de los campesinos, a veces se utilizan prendas
típicas como el sombrero jipa, el pañuelo rabuegallo, la camisa cotona o sin cuello,
la ruana de lana o la montera de lana para los climas fríos y la mulera de hilo
para los calidos, el pantalón de manta y las alpargatas en el hombre, sombrero suaza o de tapia pisada, falda de saraza con orillos de vistosos colores, pañolón, blusa de manga larga y bordada o corta al codo, alpargatas blancas con galones negros o cabeza adornada de flores, según
el clima, para la mujer.
A veces se llevan prendas adicionales como el guarniel antioqueño y el machete para el hombre o cestilla para la mujer.

Las mujeres, a raíz de la llegada de los españoles, empezaron a modificar su vestuario típicamente indígena, llamado chircate, cambiándolo por faldas largas, angostas y con pretinas, y como blusa, en tierra caliente, dos pañuelos grandes, uno adelante y otro atrás, anudados a la altura de los hombros y de la cintura.
La “liquira” que usaban las indias como pañoleta anudada en el pecho con un broche de oro, fue sustituida en un principio por un pañolón de flecos, generalmente de color negro o rojo, proveniente de Cundinamarca. Posteriormente se adoptó la “mantilla” española que en vez de flecos tenía un ancho encaje bordado llamado “blonda”.

La falda se fue modificando con el tiempo hasta tener gran colorido y amplitud. Se usaban floreadas o de un solo color, decoradas con randas de tonos encendidos y arabescos. Como falda interior se usaba “la enagua blanca” o pollera confeccionada en tela de Bretaña, recogida en la cintura con una pretina angosta y decorada con un letín ancho bordado en el ruedo que llegaba hasta los tobillos y se veía al bailar bambuco y raja leña.


Vestuario – BOYACÁ


Los vestidos españoles y chibchas de los siglos del coloniaje hispánico, con las influencias de las modas francesas introducían en las de los borbones y el siglo XVIII y otras europeas del siglo XIX, fueron conformando un traje típico del boyacense y recibió adaptaciones de acuerdo a la región.

El campesino boyacense viste de pantalón de dril, camisa de tela de algodón, alpargates, sombrero de tapia pisada y ruana de lana; en algunos casos la montera de ruana.

La mujer boyacense de los campos viste una falda de tela de algodón con amplios vuelos y adornada en la parte inferior con dibujos y aplicaciones de variados colores, blusa de algodón con bordados, pañolón o mantenilla, sombrero de caña o tapia pisada, alpargates blancos atados con galones negros. La campesina boyacense acomodada acostumbra una indumentaria en las telas y finos adornos, paño de castilla, cachemira o frisa.

El campesino boyacense usa la ruana, la cual tiene su origen en los largos ponchos chibchas y capote español. Son en general hechas en tonos oscuros y relativamente pequeñas.

El sombrero campesino boyacense es de tapia pisada hecho de trencilla de “palmiche” y fibra de palma de ramo o fique. También se acostumbra el sombreo de caña en algunos lugares del centro y valle de tenia.

ANTIOQUIA VIEJO CALDAS

El traje del "arriero" antioqueño consta de pantalones de liencillo crudo, arremangados aún cuando no se esté “jornaliando”, manta listada, abarcas de cuero o alpargatas, camiseta de manga larga, sin cuello, confeccionada en bayeta blanca de rayitas rojas. Algunos accesorios comunes del hombre antioqueño se han convertido en símbolos arraigados de la cultura paisa como es el caso del carriel y el poncho. El carriel es un bolso pequeño de cuero y piel de tigrillo, ovalado en la parte inferior y con tapa en punta que le sirve de cierre. Su nombre proviene de los gringos que llegaron a trabajar en las minas de oro que lo llamaban el “carry-all”, que llegó hasta nosotros como el carriel, que aún se lleva cruzado al lado derecho.

El poncho es un cuadro de tela fresca y resistente con un orifico en la mitad, tipo ruana, generalmente blanca con líneas finas de color, que le permite al arriero cubrirse y protegerse del ambiente, las plagas y el sol. Este también se conoce como mulera ya que se usaba para taparle la cabeza a la mula mientras se enjalmaba y se cargaba, sus largas orejas debían salir por el orificio del poncho. El pañuelo raboegallo cuya calidad denotaba la prestancia del arriero. Eran de algodón finísimo y hasta de seda. El machete en su vaina de cuero con ramales al lado izquierdo. Y el perrero, zurriago o berraquillo, fiel compañero de sus andanzas como bordón, instrumento para arrear, o como simple adorno. El sombrero de paja de iraca, blanco, de Aguadas, con cinta negra.

La Chapolera, mujer que recoge café, es el personaje típico y representativo de la región andina que viste con falda negra larga decorada con cintas de colores o confeccionada con telas estampadas de vivos colores como zaraza, rúan floreado o percal colorido llamado “tutankamen”, queriendo significar su riqueza policromática y su diseño peculiar.

Las blusas impecables, blancas, de escote cuadrado o redondo con mangas bombachas rematadas, como el escote, con encajes, letines o bandas de bolillo con pasacintas. Las trenzas eran muy importantes, anudadas con moños. El pañolón de merino para climas fríos y de anascote para los más cálidos tenía flecos y se llevaba alrededor de la nuca para dejándolo caer sobre las espaldas.

HUILA

En sus inicios la falda era muy modesta, elaborada en satín, más arriba de la rodilla, relativamente angosta y pintada a mano. Hoy en día es mucho más ancha y un poco más larga, se conserva la tradición de pintarla a mano y además se decora vistosamente con aplicaciones troqueladas de flores y hojas, lentejuelas y encajes. Debajo de la falda se usan enaguas, fondos o pollerines con encajes de letín o amplias arandelas de tul. El pollerín debe elaborarse teniendo en cuenta la suntuosidad de la falda.

La blusa ha mantenido su diseño original, variando adornos como encajes, millaré y lentejuelas, para acentuar su belleza y elegancia.

El hombre de la zona urbana llevaba generalmente camisa blanca de manga larga, con cuello militar, pechera con alforzas y encajes bordados. El pantalón de dril entubado, en un principio de rayas con fondo oscuro, posteriormente, de un solo color, blanco o negro. La parafernalia masculina se basa en el famoso sombrero de pindo, el indispensable cinturón de cuero de tres hebillas con uno o dos bolsillos laterales, el pañuelo raboegallo, poncho o ruana calentana al hombro y funda de peinilla, machete o navaja.

En resumen, el traje de la región Andina se identifica según:


•Traje de clima cálido. Telas frescas en algodón, arazas, holán, popelinas en colores pastel y blanco para soportar las inclemencias del clima caliente.

•Traje de clima templado. Aparecen los colores oscuros, los estampados, telas de algodón y mezclas con lana, debido a la variedad de climas que se presentan.

•Traje de clima frío. Es un clima de montaña, donde las telas de los vestidos son de una textura más gruesa y pesada, como paños, bayetas, “el bayetón” y lana virgen. Predominan los colores oscuros, en especial el negro, que recoge y atrapa el calor solar.

Para precisar un traje de mujer o de hombre, antes que diseños o colores, hay que destacar la textura y los volúmenes que dan las telas, los accesorios, la clase social y si es un traje de laboreo, de diario o de fiesta.

viernes, 15 de abril de 2011

ELTRAJE NACIONAL

por Aida Martinez Carreño

Enumeradas algunas de las influencias que han concurrido para determinar la forma de vestir de los colombianos entre 1830 y 1930, es imposible pasar por alto la existencia de una línea constante en el atavío femenino que se origina en el período colonial y llega hasta nuestros días.

No intentaremos arializar esta permanencia; nos limitaremos tan sólo a reseñar, con el apoyo del testimonio escrito y gráfico, su existencia y sus variantes. Básicamente, la indumentaria que identificó a la mujer colombiana de todas las clases sociales, y que ha sobrevivido en algunos sectores, exceptuando naturalmente grupos indígenas y zonas con características muy particulares, se resume en las siguientes prendas: falda larga, ancha, recogida en la cintura, de un material grueso. Mantilla o pañolón colocado sobre la cabeza, envolviendo el pecho, las dos puntas sobre los hombros. Sombrero masculino que ayuda a sostener la manola. El calzado varía desde su ausencia total hasta el zapato de cuero, pasando por la alpargata, los zapatos de paño y las babuchas de cordobán; todo en color negro. Los cambios y la lenta evolución de este atuendo se derivan de la diversidad de climas, la aparición de nuevos materiales, la incorporación de diferentes técnicas y un sutil uso del color con propósitos casi siempre discriminatorios.

Una primera referencia de don Pedro María Ibáñez al traje usado en los días de la colonia, nos dice: "Las damas usaban desde aquellos remotos tiempos las anchas mantillas de seda o paño que aún hoy se conservan. En ciertos días solemnes, como la fiesta del Corpus o el Jueves Santo, cambiábanlas por mantillas de encaje negro. . . Vestían también ricas basquiñas y jubones de seda negra. .t . " Enfatiza el mismo cronista los sobresaltos y afanes que sufrieron los realistas al declararse la indepencia así: ". . . Y esto fue tan precipitadamente, que llegaron a Honda vestidos con capas y sombreros de pelo, acompañados de algunas señoras abrigadas con mantillas de paño y sombreros redondos de castor. . . "

En tan escasa cantidad y variedad de prendas, alcanzan -y muy claramente a establecerse modalidades de contenido determinante: "Los vestidos de las mugeres (sic) ya sean pobres o ricas, especialmente los de las blancas, tienen que ser negros. Consisten en una basquiña negra con mantilla del mismo color. Las negras tan sólo pueden llevar mantilla blanca " (1822)'

¡Que pocas variaciones, qué refractario a las influencias extranjeras resulta ese atuendo! en 1849, la descripción de don Salvador Camacho Roldán es la siguiente: "El traje invariable de las señoras para salir a la calle era: enagua de alepín, tela negra de lana; mantilla de paño, sombrero de huevo frito, de armazón de cartón forrado en felpa negra de algodón o de seda, que imitaba la figura de aquél, y zapatos de paño o cordobán'!.

El médico Charles Saffray, recorre el país en 1869; de sus memorias de viaje tomamos notas referentes a la visita a Cartagena: "En la iglesia no hay asientos; cuando las señoras van a misa, vestidas de negro y cubierta la cabeza con la mantilla, las sigue siempre una negra, que lleva un tapiz para que se arrodillen o se sienten. . . ; cuando el viajero se traslada a Medellín, la situación parece no denotar cambio alguno: "Todas las que van a misa se visten de negro cubriendo su cábeza con la característica mantilla, que, recogida sobre la frente, les comunica un aire de notable modestia. Pero como los ojos quedan descubiertos y son muy negros y están velados por largas pestañas, si hacen pensar en el Paraíso, harán olvidar a muchos la devoción que deben tener en misa. Por otra parte, nunca faltan momentos en que la mantilla se desarregla, lo cual obliga a su dueña, como es natural a elevar graciosamente ambos brazos sobre la cabeza para prenderla mejor, y entonces deja ver, como por casualidad, el busto y el rostro. A fin de aprovechar estas oportunidades, los elegantes de la población acuden solícitamente los domingos al atrio de la iglesia'i. Poco varía su testimonio al llegar a Bogotá. Hay abundantes anotaciones sobre esta particular manera de vestir y cabe suponer que pese a la severidad y uniformidad de la misma, o precisamente por estas razones, estimulaba la imaginación y la fantasía de los observadores. "Pocas son las mujeres que no son bonitas y todavía menos las que no tienen buen cuerpo; su traje tan singular, no se ve en ningún otro sitio del mundo "

En los trabajos de la Comisión Corográfica (1850-59), dejaron los pintores que participaron interesantes documentos referentes al traje que confirman el uso general de la mantilla y el sombrero; las faldas cambian muy poco y es en las blusas donde surge la variedad que el clima exige

Las acuarelas de Edward Mark, pintadas entre 1843-56 y la serie de grabados realizada por Ramón Torres Méndez (1809-83) bajo el título de "Costumbres Nacionales ", corroboran esta observación.

La mantilla, originalmente un cuadrado de tela de lana negra o azul oscura, evoluciona y se vuelve más complicada. En la segunda mitad del siglo se confecciona en seda con bordados a mano y se adorna con un ancho encaje de Granada en el contorno; se modifica la forma, tomando la de una media circunferencia, que se adapta mejor al cuerpo.

En los primeros años del presente siglo, el pintor Coriolano Leudo (1886-1957) se refiere en su obra "La Mantilla Bogotana" al tema, cuya vigencia sorprende tanto como la del uso de la prenda.

La respuesta popular a la sofisticación de la mantilla es el pañolón, adornado con cintas de seda en cuyo borde se trenza el encaje de "macramé ". Este modelo ha subsistido, no solamente en el uso cotidiano, sino como producto de exportación y de demanda turística que nuestros artesanos continúan produ ciendo.

Es frecuente en los mercados populares de Boyacá y Cundinamarca ver actualmente mujeres ataviadas con el pañolón descrito; se encuentran muchas que han introducido a la prenda las variantes derivadas del aprendizaje de diversas labores manuales, por ejemplo el crochet; pese a que el color negro tradicional sigue siendo el favorito, la extensa gama de colores que las lanas acrílicas (de precio más bajo) ofrecen, ha introducido diversas tonalidades en los pañolones. La forma y el largo fleco, continúan invariables, así como el uso del sombrero masculino. `

Un párrafo final, para recordar un modelo de sombrero originado en nuestro país que llegó a ser reconocido internaciónalmente; en 1821, el cronista Ibáñez lo describe ". . . sombrero de copa alta a la Bolívar, es decir, con ala ancha y tendida. . . " nuevamente nos encontramos con el uso de una pieza del vestuario para expresar determinada ideología: "Desde 1823 residían en París numerosos americanos del sur que habían figurado en la revolución de la Independencia y usaban ellos sombreros de ala ancha, moda que pasó a muchas ciudades de América. El sombrero a la Bolívar, según afirma Víctor Hugo en "Los Miserables ", tuvo en contraposición los sombreros de ala angosta que usaban Morillo y los realistas españoles en la gran capital ".

Tomado del folleto Un Siglo de Moda en Colombia 1830-1930 - Fondo Cultural Cafetero