martes, 19 de abril de 2011

CARNAVALES FERIAS Y FIESTAS

CARNAVAL DE BARRANQUILLA

El Carnaval de Barranquilla tiene su origen remoto en el Carnaval que vino a América
desde España. De ahí viene su espíritu de renovación y cambio parecido al que animó
estas fiestas en Europa.

El primer carnaval celebrado en la ciudad se pierde en la historia, hace más de un siglo,
cuando Barranquilla era una pequeña población. Sin embargo, de boca en boca, han
circulado diversas historias referentes a la manera como el pueblo barranquillero festejaba
el carnaval; su forma siempre ingenua, graciosa, festiva y ante todo, sana, han permitido
que se conserve una tradición que se remonta a hace tres siglos.

Las fiestas de carnaval, de origen europeo, fueron introducidas a América por los
españoles y portugueses. Las de Barranquilla tienen antecedentes próximos en la
celebración que se efectuaba en Cartagena de Indias, en época de la Colonia, como
fiesta de esclavos; por esas fechas aparecían por las calles los negros con instrumentos
típicos y atuendos especiales, danzando y cantando.

La tradicional novena de La Candelaria, en Cartagena de Indias, sirvió de marco
a suntuosos bailes que en el Siglo XVIII concedían un día de fiesta a los negros
bozales traídos de África. Esas fiestas constituyen fuente de las principales danzas del
CARNAVAL DE BARRANQUILLA.

PERSONAJES DEL CARNAVAL

La Marimonda en sus inicios definía al barranquillero burlón y de pocos recursos. Para incomodar a la alta sociedad de su ciudad, ese barranquillero creo un disfraz con traje hecho de parches, saco y pantalón al revés, máscara con una gran nariz fálica, orejotas y un pito escandaloso con el que ridiculizaba a los ricachones. En el presente el sentido ha cambiado: simboliza al tipo jocoso y ‘mamador de gallo’.
El Monocuco, es el disfraz del individuo que quería ocultar su identidad. El folclor local afirma que en la época en que Barranquilla era una villa, los hombres ricos atraídos por la hermosura de las mujeres de cortos recursos se idearon el disfraz de “monocuco” para poder conquistarlas sin que revelaran su identidad. El personaje se armaba de una vara para amenazar a quien quisiera aproximarse para reconocerlo. Considerado uno de los disfraces nacidos de la esencia de la celebración, el Monocuco divierte con su característico hablado afónico, su varita y el anonimato, que le servia para burlarse de todos los que se pasaran en su camino.
El Congo es uno de los disfraces más viejos del Carnaval, el vestido es propio de una danza guerrera originaria de El Congo, en África. Se conoce en Colombia a través de los cabildos de los negros africanos que se celebraban en Cartagena.
El pantalón habitual es de satín y tiene remiendos en las rodillas, que son en forma de cuadros; las botas de los pantalones terminan en arandelas de disparejos colores, por los laterales llevan cintas y lentejuelas. La camisa es manga larga, con pechera de la misma tela de la capa, las cuales se decoran con imágenes de animales hechas con lentejuelas. Usan un turbante adornado con flores falsificadas de colores muy atractivos. De la parte de atrás del turbante sale una cola larga que casi llega a los talones, adornada con cintas, lazos, encajes, etc.. En la parte delantera del turbante llevan uno o varios espejos. El hombre va con la cara pintada de blanco y círculos rojos en las mejillas. Usan gafas oscuras. En la mano derecha portan un machete de madera con el cual golpean el suelo y en la izquierda un muñeco o una vejiga de cerdo; en ocasiones, una culebra viva. Las telas usadas por los congos son brillantes y adornadas con lentejuelas, canutillos, cascabeles, etc.; el conductor de la danza, en lugar de turbante, lleva sombrero adornado con cintas de colores, lo cual lo distingue de los demás. La mujer lleva faldas con volantes (con pollerín). La blusa es escotada, también con dos o tres volantes y sin mangas. Portan flores en la cabeza, aretes y collares.
El rey momo, es el hombre que representa al carnaval en su generalidad, en Barranquilla generalmente es un hombre popular que conoce ampliamente el folclor costeño. La indumentaria es netamente de fantasía, no tiene un patrón a seguir, tan sólo tal vez que lleve capa y cetro.

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